miércoles, 16 de julio de 2014

Actuar del docente frente a las formación en valores desde la educación física

Algunas consideraciones para el docente, que deberían convertirse en objetivos pedagógicos, serían:

Permitir que el grupo progrese hacia la competición cooperativa, ayudando en la puesta en práctica de los contenidos procedimentales (Devís y Peyró, 1992)

Facilitar el conocimiento, la comprensión y el análisis de los elementos socio - afectivos que pueden frenar el avance del grupo, como por ejemplo la competencia entre pandillas y la agresividad (Devís y Peyró, 1992)

Evitar el establecimiento de diferencias entre los hábiles y los menos hábiles.

Considerar que la A.F. y el deporte, tanto escolar como extracurricular, son hábitos saludables y que deben situarse como hábitos o conductas habituales, incluyéndolos dentro del estilo de vida (Gutiérrez Sanmartín, 1995)

Prestar atención no solo al resultado, también al proceso de aprendizaje.

Concienciarse de que las expectativas que el docente tiene sobre el alumnado influirán sobre el alumnado.

Se evitará la transmisión sistemática de valores, promoviendo la reflexión, ya que en la vida los jóvenes deberán elegir, valorar por si mismos, y deberán orientarse de forma acertada tanto en su vida personal, como social.

Conseguir que el alumnado vea a las sesiones de nuestra área no como un medio de demostrar superioridad sobre los demás, evitando que la agresividad sea una cualidad valorada. No obstante, las conductas agresivas (que aparecen al querer demostrar esa superioridad) son un medio de poder, de alcanzar un mayor nivel jerárquico en el grupo.


Evitar que la competición se equipare con superioridad, ya que no son pocos los que consideran a la victoria dependiente del fracaso de otros.

Ayudar a superar el antagonismo competición y cooperación, a partir del respeto tanto de los compañeros como de la normativa del juego, es como se alcanzará una plena satisfacción y se conseguirá que el juego tenga sentido.

Creatividad frente estructuras de juego que imitan los valores de una sociedad competitiva como la nuestra, proporcionando más actividades cooperativas que competitivas (Gutiérrez Sanmartín, 1995)

Comentar en clase las incidencias acaecidas en los grandes espectáculos deportivos y reflexionar acerca de la repercusión que éstos tienen en los medios de comunicación y su influencia sobre la población.

Las clases serán el lugar ideal para fomentar la colaboración y solidaridad, respetando no solo la opinión del resto, sino también los diferentes niveles de habilidad existentes. Los conflictos son inherentes a las relaciones humanas y éstas deberán ayudar a clarificar posturas, intereses y valores. El docente solo intervendrá en aquellos en los que no sean capaces de resolverlos por sí mismos.

Evitar planteamientos que favorezcan o permitan cualquier tipo de discriminación, ya sea sexista, racial o física. Para ello será necesario considerar los contenidos típicamente femeninos a un mismo nivel que los masculinos. No olvidemos que la educación mixta supuso la supresión de lo femenino, como forma de acabar con esa discriminación, universalizando el modelo masculino.


Actuar con coherencia, como ya se ha comentado, evitando, por ejemplo, ser intransigentes en un momento y permisivos en otro para la misma situación. Ya que, en palabras de Gutiérrez Sanmartín (2003) los alumnos y deportistas necesitan un código de conducta al que atenerse, y éste debe tener cierta coherencia.

Evitar la infracción de las normas, que por otro lado han de ser definidas con claridad y con la suficiente flexibilidad de acuerdo al nivel del grupo.

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